Te levantas de la camilla y te metes en una habitación contigua. Apenas ves que alguien entra a la tuya te acercas por la espalda y lo inmovilizas. Se trata de una chica. Intentas retenerla, pero te encuentras demasiado débil y ella logra liberarse. Se gira y justo cuando está a punto de golpearte, se detiene y se queda mirándote. “Sabía que despertarías”, dice y sonríe. Antes de que puedas hacer otra cosa, te está abrazando. “Mi nombre es Estefanía... Alex se va a alegrar mucho de verte, vamos, no hay tiempo que perder”. Sin darte oportunidad de contestar, te arrastra fuera del hospital.

 

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