Guardas la dirección en tu bolsillo. Tu prioridad ahora mismo es saber qué ha pasado con tus padres. Buscas alguna estación de policía o comisaría. Finalmente encuentras un mapa en lo que queda de una marquesina. Ubicas la comisaría y te diriges a ella.


Es un edificio gris de dos plantas. En su interior encuentras una multitud de oficiales. Todo el mundo parece estar muy ocupado. En vano, buscas algún letrero que ponga “Atención”. Finalmente intentas preguntarle a uno de los oficiales qué pasa, pero hace como si no te hubiera escuchado. Nadie te hace caso. Finalmente, te diriges a un mostrador donde uno de ellos teclea con energía un ordenador. Pones tu mano en  la pantalla y lo obligas a que te preste atención. En tono irónico le dices que sientes mucho tener que molestarlo, pero que necesitas saber qué ha pasado con tu familia. El oficial retira las manos del teclado, te mira de arriba abajo con desprecio y -en lugar de contestar a tus preguntas- te dice que no puede darte ningúna información, que no puede ayudarte y te invita a que, si no quieres quedarte permanentemente, abandones la comisaría. Antes de que puedas responder cualquier cosa, vuelve al ordenador y sigue escribiendo como si nada.

 

· Te vas

· Indignado, montas un escándalo