No puedes creer que nadie vaya a responder a tus preguntas. Te quedas bloqueado un instante, das un paso al frente, coges el monitor de su ordenador y lo arrancas a la fuerza. Caminas con él hasta el centro de la comisaría, lo levantas por encima de tu cabeza y gritas: “Será que alguno de vosotros se va a dignar a ayudarme”. Dejas caer el monitor al suelo. Antes de que te des cuenta, tienes a media comisaria sobre ti.


Cuando recuperas el conocimiento, te encuentras encerrado en un celda pequeña. No hay nadie a tu alrededor. Gritas, pero no hay respuesta. Gracias a tu mal carácter, has conseguido acabar con toda posibilidad de averiguar qué ha pasado en el mundo...

 

Reconoces lo estúpido que eres y no dejas de latigarte por ello. Mueres desangrado.

 

 Prueba más suerte la próxima vez