No te parece una buena idea entrar al Palacio. Algo te dice que el gobierno está haciendo las cosas mal, así que le propones ir a hablar en algún otro lado. Ella no parece estar interesada, insiste en que entres, pero al ver que no le haces casa, te dice: “veo que sigues siendo igual de testarudo. Pues, entonces, tendremos que dejarlo para otro momento”. Le respondes que tu sigues siendo el mismo y que ella, en cambio, parece estar muy distinta... demasiado distinta. Se despiden y comienzas a caminar.


Caminas un par de calles cuando, de pronto, un coche se acerca a ti a toda velocidad. Te cierra el paso y unos hombres enmascarados bajan de él. Te tapan los ojos con una venda y te suben al coche a la fuerza.

 

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