Después de caminar un rato, cuidando que nadie los vea, Alex te dice que tiene que taparte los ojos. No es que no se fíe de ti, pero es una norma. Al menos por esta vez. Aceptas y te venda los ojos. Entran en un edificio y empiezan a bajar unas escaleras. Atraviesan varias puertas y siguen bajando. Después de un rato, entran a una habitación donde escuchas a más gente hablar susurrando. Unas manos te agarran y te sientan en una silla. Te atan lo que parece ser un tensiómetro y te ponen un aparato en la cabeza. Preguntas qué pasa pero nadie te contesta. De pronto, una voz se alza sobre las demás.

 

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